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23/10/10

Taller de Narración Oral


Sumilla del expositor

Briscila Degregori

Actriz y Narradora de Cuentos egresada del Teatro de la Universidad Católica (TUC) y del plan especial de Bachillerato en Educación para el Arte de dicha universidad. Ha trabajado en obras de teatro y espectáculos de cuentos tanto para niños como para público en general. Ha participado en el festival Nacional de Narración Oral “Déjame que te cuente” 2008, 2009 y como invitada nacional en su V versión internacional en el 2010. También representó al Perú en el festival “Primavera de cuentos 2009” en La Habana (Cuba), “Hablapalabra 2010” en cinco estados de México, “Apthapi 2010” en La Paz, (Bolivia), “Cuento Contigo” en Cochabamba (Bolivia) y en el “VI Festival de Narración Oral Zacatecas 2010” en Zacatecas (México). Su repertorio de narraciones consta básicamente de tradición popular universal y peruana.



El decálogo del narrador oral



1. Créete el mejor contador del mundo
Y esto es tan cierto como cuando tus padres decían con la boca llena que eras el niño o la niña más guapo y listo del planeta. Cuando tu hijo, tus alumnos, tus amigos, o el público te pidan que les cuentes un cuento es porque les gusta oírte narrar.

2. Lee y lee mucho
La lectura te enriquecerá  de ideas. Ampliará tu imaginación y tu vocabulario. Lee cuentos, novelas, artículos, ensayos. Devora todo lo que caiga en tus manos hasta el empacho. Tendrás suficiente material para contar. Y no olvides al final nombrar al autor del cuento. Recuerda que el cuentacuentos hace también una función importante como animador a la lectura.

3. El ridículo no existe
Forma parte de los miedos internos y nos impide avanzar. Deshazte de él. Lo peor que te puede suceder es no llegar a compartir el cuento con nosotros. El ridículo es una actitud social: pasearse desnudo por la calle puede hacernos sentir ridículos ante la mirada de otros, en cambio en las tribus amazónicas lo extraño es ir vestido.

4. Disfruta el cuento
Si te entra risa, ríete a carcajadas. Si te apetece llorar, hazlo. La relajación del cuerpo comienza cuando dejamos que las emociones afloren.

5. Habla con el cuerpo
Utiliza el cuerpo para expresarte. No solo las palabras dan información, también los gestos hablan por ti. El primer artista que hizo pantomima, en el año 240 a.C., fue el griego Livius Andronicus. Según cuenta la leyenda recurrió al gesto para dar a conocer sus poemas al perder la voz tras numerosas representaciones. Con el cuerpo se puede dibujar en el aire una ola de mar, expresar misterio levantando las cejas, ralentizar una escena con movimientos lentos de las piernas, hacer un interrogante ladeando la cabeza. Y todo ello sin dejar de mirar a los ojos del oyente. Ten en cuenta que se desconfía de la persona que no nos mira a los ojos, y hasta sentimos que cuando dejan de mirarnos no nos escuchan. De ahí que a menudo oigamos eso de “mírame a los ojos cuando te hablo”.

6. Utiliza un lenguaje sencillo y coloquial
Narrar es un acto de comunicación. Cuanto más natural sea tu lenguaje mejor y más rápido se adentrarán en el cuento. Antonio Machado cuenta una anécdota que le ocurrió a Juan de Mairena en su clase de Retórica y Poética cuando pidió a un alumno que escribiera en la pizarra la frase “Los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa”. El alumno escribió lo que le dictó. Luego Mairena le pidió que escribiera eso mismo en lenguaje poético. El alumno, después de meditar, escribió: “Lo que pasa en la calle”. Mairena contestó: “No está mal”.

7. No lo digas, muéstralo
De nada sirve describir a Caperucita roja como una niña que vivía en un pueblo. Decir que vivía en un pueblo, es lo mismo que decir que alguien vivía allí. Las palabras genéricas, intangibles del tipo allí, pueblo, niña, amor, vida, gozo, tristeza, no muestran. Para que los cuentos funcionen hay que crear con palabras una imagen que el oyente pueda fotografiar en su mente. Gabriel García Márquez podía haber comenzado Cien años de soledad diciendo que Macondo era el pueblo de Aureliano. Pero como pueblos y Aurelianos hay muchos, García Márquez no se conformó con decirlo, sino que lo mostró: «Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos».

8. Mastica las palabras
No te aceleres al narrar, tómate tu tiempo. Respira. Haz pausas. Pronuncia de forma clara las sílabas. Deja que se deleiten con tus palabras y dales tiempo a que visualicen todo lo que va ocurriendo en la narración.

9. Si un cuento no te gusta, no lo cuentes
No te dejes impresionar por el nombre del autor, da igual si se trata de Jorge Luis Borges, Kafka, los hermanos Grimm, Oscar Wilde o tu primo. Si el cuento no te motiva lo suficiente, difícilmente podrás transmitir emoción a los otros. Busca otro relato, leyenda o mito. Hay muchos cuentos que te esperan para ser contados.

10. Miente siempre
No hay nada más aburrido que la realidad cotidiana. Contar que el ratón Ramón se levantó, desayunó un vaso de leche y se fue al colegio, resulta tedioso aunque se trate de un ratón. Miente. Inventa. Haz soñar. «Una vez en Bolonia hicieron un edificio de helado, en la mismísima Plaza Mayor, y los niños venían de muy lejos para darle una chupadita.» Gianni Rodari, El edificio de helado.