Dicen los naturales de Lambayeque, que en tiempos muy antiguos que no saben numerarlos, vino de la parte septentrional de este Perú, con gran flota de balsas, un hombre de mucho valor y calidad llamado Naymlap que traía consigo muchas concubinas, mas la mujer principal dícese haberse llamado Ceterni.Este señor Naymlap con todo su séquito vino a asentarse y tomar tierra en la boca de un río (ahora llamado Faquisllanga) y habiendo dejado allí sus balsas, entraron en tierra adentro, deseosos de hacer asiento en ella, y habiendo andado por espacio de media legua, fabricaron unos palacios a su manera, a los que llamaron Chot, y en esta casa y palacios pusieron con devoción bárbara un ídolo que consigo traían a semejanza en el rostro de su mismo caudillo (labrado en una piedra verde), a quien llamaron Llampayec (que quiere decir figura y estatua de Naymlap).
Trajo en su compañía mucha gente, que como capitán y caudillo lo venían siguiendo, más los que entre ellos tenían más valor eran sus oficiales que fueron cuarenta.
Habiendo vivido, esta gente, muchos años en paz y quietud, y habiendo tenido su señor y caudillo muchos hijos, vino el tiempo de su muerte, y a fin de que no entendiesen sus vasallos que la muerte tenía jurisdicción sobre él, lo sepultaron escondidamente en el mismo aposento donde había vivido y publicaron por toda la tierra que él, por su misma virtud, había tomado alas y había desaparecido.
Fue tanto los que sintieron su ausencia, aquellos que en su venida lo había seguido, que aunque tenían ya gran copia de hijos y nietos, y estaban muy apasionados en la tierra fértil, lo desampararon todo y sin tiento ni guía salieron a buscarlo por todas partes, y así no quedó por entonces en la tierra más que los nacidos en ella, que no era poca cantidad.
Quedó con el imperio y a mando del muerto Naylamp, su hijo mayor Cium el cual se casó con una moza con quien tuvo doce hijos varones, cada uno de los cuales fue padre de una copiosa familia.
Habiendo vivido y señoreado muchos años, Cium, se metió en una bóveda bajo tierra y allí se dejó morir (todo ello a fin de que su posterioridad lo tuviese por inmortal y divino).
Durante la vida de Cium, se apartaron sus hijos a hacer principio de nuevas familias y poblaciones, llevándose consigo mucha gente.
A la muerte de Cium, le sucedieron 8 gobernantes, siendo el último de ellos Fempellec, quien fue el último y más desdichado de esta generación, porque puso pensamiento en mudar a otra parte aquella Guaca o ídolo que Naylamp había instalado en el asiento de Chot.
Andando y probando en este intento, no pudo salir con él y a deshora se le apareció el demonio en forma y figura de hermosa mujer, y tanta fue la falacia del demonio y tan poca la continencia de Fempellec, que durmió con ella. Acabado de perpetuar ayuntamiento tan nefando, comenzó a llover (cosa que jamás habían visto en estos llanos) y duró este diluvio treinta días, a los cuales sucedió un año de mucha esterilidad y hambre, pues, como a los sacerdotes de sus ídolos les fuese notorio el delito cometido, decidieron tomar venganza (olvidados de la fidelidad de los vasallos), aprendieron a Fempellec y atado de manos y pies, lo echaron en lo profundo del mar, y así con él se acabó la línea y descendencia de estos señores naturales de Lambayeque, así llamado por aquella Guaca (o ídolo) que Naymlap trajo consigo, a quien llamaron Llampayec.
Fuente: Lambayeque, 8° edición, Eddy Montoya Peralta. Rodado por Fernando Angulo El Croma